El azúcar es una de las sustancias que mayor protagonismo tienen en nuestro día a día. Su consumo excesivo puede tener consecuencias en la salud, tales como obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares o caries.
Pero la salud no es el único terreno al que afecta el consumo de azúcar. La belleza también sufre las consecuencias.
El envejecimiento prematuro de la piel es una de las principales consecuencias de ingerir azúcar de forma excesiva. Es el resultado del proceso conocido como glicación, en el que la glucosa del azúcar reacciona con las moléculas de proteína de nuestro cuerpo y forma unas proteínas llamadas "glicosiladas".
Se trata de unas proteínas que el organismo es incapaz de destruir y que se van a ir acumulando en las células de la piel. Como consecuencia de ello, la piel se mostrará menos tersa y con más arrugas. Un rostro más envejecido cuyo tono también puede variar por el consumo de azúcar y puede mostrarse con un color más apagado.
Asimismo, el consumo excesivo de azúcar también facilita la aparición de acné. Esto se debe a que los azúcares estimulan la actividad de las glándulas encargadas de mantener suave y lisa la piel mediante la segregación de sebo, también conocidas como glándulas sebáceas.
Cabe destacar que las estructuras de la piel que más sufren las consecuencias del consumo de azúcar son el colágeno y la elastina, las estructuras encargadas de darle elasticidad y firmeza a la piel.
En cuanto al envejecimiento facial provocado por el consumo de azúcar, también conocido como "cara de azúcar" o "sugar free", es interesante tener en cuenta que destaca por la aparición de arrugas y líneas de expresión en la frente, ojeras y un rostro más apagado.
Es fundamental tener en cuenta que a la hora de reducir el consumo de azúcar es esencial hacerlo poco a poco para ir acostumbrando al organismo y, así, no dañar a la piel.